sábado, 22 de diciembre de 2012

Abismo, cuando una palabra basta para que reaccionemos ¿no?

Mariano Rajoy confiesa que tiene esperanza y confianza en el esfuerzo de los españoles para salir de este crack económico en España. Es lo que pasa con la confianza, que a veces no es algo mutuo. Ahora que me han animado a escribir de nuevo, me siento delante del ordenador y me distraigo más de lo que lo hacía antes. Será que me quita el sueño el futuro, mi futuro, el tuyo, el nuestro (no el de Rajoy y su equipo, se entiende). Aunque después de la distracción, vuelvo al mismo punto.

Si hay una cosa de la que estoy segura es de que algo (malo) está pasando. Una sensación clara de que vamos hacia el abismo. Y lo malo de estar en el abismo es que no vemos nada más que oscuridad. En lugar de salir de la crisis estamos yendo hacia atrás como consecuencia de la desacertada y criminal respuesta que se está dando a la crisis económica y financiera, no solo impidiendo que sus causantes hagan frente a sus responsabilidades económicas, sociales e incluso penales (indultos mediante), sino incluso permitiéndoles que se hayan blindado con contratos y pensiones multimillonarias.

Creo que caminamos hacia el abismo porque nuestros gobernantes, desatendiendo sus programas electorales y su compromiso ciudadano, han sido capturados por los intereses de las grandes corporaciones y las finanzas internacionales y están actuando en contra de los contratos sociales básicos e imprescindibles para que las sociedades se sostengan e incluso de las leyes naturales que gobiernan la vida en el planeta. Sabemos que a éste lo estamos destruyendo, que vamos a dejar una factura de insalubridad y deterioro medioambiental a las generaciones futuras impagable. Pero todo esto es susceptible de cambiar, de mejorar porque tenemos los políticos y las políticas que hemos querido tener ¿no? aunque sí que estamos obligados a exigirles un mayor compromiso con la sociedad. Son nuestros representantes, nunca han dejado de serlo, y nosotros no somos sus súbditos. No se trata por tanto de cambiarlos, ni de subvertir el sistema, sino de reclamarles que cumplan con aquello con lo que se comprometieron, que no es otra cosa que el servicio al interés general y el bien común. Eso quiere decir que le exijamos todo lo contrario que este gobierno hace, el peor de la historia de España (por cierto, enhorabuena Mariano) y creamos, formemos y lancemos a líderes públicos de verdad, liderazgo e instituciones valientes, para que nos entendamos, justo lo contrario de "este modelo" que nos lleva al abismo hoy.

Feliz Navidad y de corazón, ánimos para 2013 porque Rajoy no nos lo va a poner fácil y piensa en lo que te digo, liderazgo del de verdad.

viernes, 7 de diciembre de 2012

En busca del discurso perdido: crisis, paso del tiempo y Rajoy


Repasando esta semana en imágenes (tributo in memoriam a Felipe González en el PSOE con Zapatero y Rubalcaba. Mariano Rajoy de nuevo perdido o Carme Chacón sin papeles delante de su partido, ...) me ha sobrevenido esta cuestión: ¿Dónde está el discurso político?


En los momentos de alabanza y euforia, a José Luis Rodríguez Zapatero se le llegó a calificar de líder postmoderno, entre otras cosas por su capacidad de manejar los llamados significantes: talante o alianza de civilizaciones, por ejemplo. Incluso cuando la crisis económica era evidente, quería seguir negando el significante, aun cuando en esto el significado se impuso a tal negación, coló. De hecho, él mismo era capaz de condensarse en un mínimo significante: ZP. Unos decían que no había nada tras tal significante y que carecía de discurso.
Pero Rajoy es distinto. Su política y su estrategia de liderazgo sin diferentes, las cuales se centran simplemente en dejar hacer y que las cosas (y los días) pasen, en dejar trabajar al tiempo. Simpleza en puro estado y convicción profunda de la desaparición del sujeto, creyendo que son los sistemas los que operan. Esta es su convicción.

Foto: TAREK/PP
Entonces, ¿no tiene discurso? ¿Es este?. Por ejemplo, cuando comparece ante los medios, no pretende hacer discursos y lo más grave, se proyecta la percepción de que nunca dice nada. Por lo que tampoco pretende tenerlo. Entendiendo esto, no nos sorprende su convicción y que no apele a grandes valores ya que su percha ideológica empieza y acaba en las referencias al sentido común. Sus construcciones sintácticas son reiterativas: “Mire usted.... Es una cuestión de sentido común...”. Sorprendente y sin decir nada. De hecho, quienes lo conocen desde su etapa en la Xunta de Galicia, le definen como un “hombre sin prisa”. El gallego pertenece a esa estirpe de políticos caracterizada por sus silencios y por dejar que el tiempo vaya poniendo en orden los asuntos pendientes.

Sin embargo, Rajoy ha demostrado una gran capacidad en el debate (parlamentario o televisivo) en los diálogos con otros. De hecho, pocos le han visto como perdedor. Tiene capacidad retórica y (tal vez su mejor arma) no pretende convencer a nadie, limitándose a destruir los discursos de los oponentes. En un tiempo donde ya no sólo es que no caben los grandes discursos, sino que ni siquiera los simples argumentos o discursos cotidianos tienen lugar, hay que tener en cuenta que el paso del tiempo y la crisis juegan a su favor. En una sociedad en estado de shock parece que apenas queda espacio para hablar de los otros problemas que afectan a su “liderazgo”. A “nuestro liderazgo” dentro y fuera. Miren a Internet, o mejor, a las redes sociales o los whatsapp: ¿dónde está su discurso? ¿Y el nuestro?.

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